Homilía Domingo del Buen Pastor. Ciclo C. 
En este IV Domingo de Pascua, se nos presentan dos festividades de gran transcendencia y que guardan una estrecha relación: la celebración litúrgica de Jesús como Buen Pastor y la festividad del día de las Madres.
Todos en algún momento hemos ejercido el rol de guías de otras personas, mientras que en otros momentos hemos sido guiados, en otras palabras, hemos sido pastores y otras veces ovejas. Sobre este binomio se centra la liturgia de la Palabra de este domingo, por lo que se hace necesario hablar de Pastores y de ovejas, veamos:
Según los datos ofrecidos por la Biblia, la metáfora de Dios como Pastor y del pueblo de Israel como rebaño es reiterativa, lo que sugiere el hecho que se trata de un símbolo Bíblico de vital importancia en la Historia de la Salvación. Y es que como es sabido, Dios siempre se ha valido de las categorías/razonamientos humanos para revelar su mensaje. Por tanto, en una cultura pastoril como la hebraica, la imagen del Pastor y las ovejas son un símbolo que rosa con la propia vida, de allí que, cuando Jesús presenta el discurso del Buen Pastor y su rebaño, no está usando un lenguaje raro sino uno que es propio de su cultura.
En esta relación Pastor – ovejas que nos presenta Jesús en el evangelio de san Juan, encontramos varios elementos:
- En primer lugar, Jesús se revela como el “Pastor Bueno” (Jn 10, 11); en el texto original griego el evangelista en vez de utilizar el adjetivo “agathos”, que significa bueno y se usaba para referirse a la virtud de una persona (ejemplo: Buen estudiante), usa el adjetivo “kalós” que se traduce como “Bueno” o “bello” y que según los exegetas, es utilizado únicamente para referirse a Dios: “Sólo Dios es bueno” (Mc 10, 18). Desde esta visión, san Juan al poner en labios de Jesús: “Yo soy el Pastor Bueno” (Jn 10, 11), está revelando su naturaleza su divina. Razón por la cual, para San Juan Jesús no es cualquier pastor sino el Pastor por excelencia en el que se cumple la profecía de Ezequiel según la cual ante la incompetencia y los abusos cometidos por los pastores de Israel (título dado a los reyes), Dios retoma lo que le corresponde por derecho: la soberanía de Israel, con estas palabras: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países por donde las dispersé y las traeré a sus praderas” (Jer 23, 3), “Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré… suscitaré un Pastor que las apaciente” (Ez 34, 11; 23). Vemos pues en este primer símbolo del evangelio san Juan expresa una de las características fundamentales de Jesús: su divinidad, esto explica de algún modo el por qué concluye diciendo: “Yo y el Padre somos uno”; es la unidad de las personas en la Santísima Trinidad: Único Dios en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
- El segundo elemento que encontramos en este binomio Pastor y Oveja, son precisamente las actitudes que las ovejas tienen hacia este pastor que las llama por su nombre, ellas reconocen su voz y le siguen (Cf. Jn 10, 3-4). Si bien Jesús fue enviado para la salvación de la humanidad (Cf. Jn 3, 16), no todos fueron capaces de escuchar su mensaje, razón por la cual Jesús advierte que algunas ovejas no reconocen su voz, con ello hace alusión a aquellos judíos que no le aceptaron: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn 1, 11). Esto mismo les pasa a muchas personas que se resisten a escuchar a Dios o le ignoran, algunos porque no creen, otros por que no quieren comprometerse y aunque dicen que creen en Dios viven como si Dios no existiera y, no se diga de aquellos que están peleados con Dios. A este punto surge una pregunta: ¿De que lado me encuentro: de las ovejas dóciles que escuchan y se dejan guiar por Dios o de aquellas rebeldes que, por diversas razones, prefieren estar fuera del rebaño?
- En base a esta pregunta, surge un tercer elemento, nos dice el evangelio que aquellas ovejas que escuchan la voz del Pastor Bueno, pasan a ser de su pertenencia: “Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre” (Jn 10, 29). Esta afirmación es bellísima porque nos hace entrever que nuestras vidas están en las manos de aquel que nos amó primero y cuyo amor es eterno (Is 54, 10). Al ser de su pertenencia, estas ovejas reciben grandes beneficios: las conduce hacia fuentes tranquilas para reparar sus fuerzas (Salmo 23), pero sobre todo les da la Vida Eterna (Jn 10, 28) a través su entrega amorosa y sin reservas en la cruz. En efecto, a diferencia del pastor asalariado que al ver venir el lobo huye y deja solo a las ovejas, el Pastor Bueno va delante para protegerlas hasta dar la vida por ellas (Cf. Jn 10, 11-14). Que cosa más bella, esta característica, esta disposición de nuestro Pastor Eterno. ¡Cómo resistirse ante tanta bondad! Razón tenía el Papa Benedicto XVI cuando en uno de sus mensajes decía a los jóvenes: No tengan miedo de recibir a Cristo, que nada quita y todo lo da.
Queridos hermanos y hermanas, el evangelio de hoy es cortísimo, pero con contenido teológico extraordinario que vale la pena degustar. Les invito a releer todo el capítulo 10, allí encontrarán muchos más detalles de este binomio Pastor Bueno – Ovejas, por ejemplo: encontrarán el símbolo de la puerta del redil donde Jesús se presenta como el único acceso para llegar al Padre, quien desea entrar por otro lado no es más que un ladrón y un salteador (Jn 10, 1). Hoy día se habla del derecho a “creer en lo que yo quiera” y es cierto, somos libres de creer en lo que queramos, pero sólo existe un camino para llegar al Cielo, y es camino es Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por mí” (Jn 14, 6).
Como les decía al inicio de esta reflexión, existe una estrecha relación entre esta imagen de Jesús Pastor Bueno y las madres, por tanto permítanme dedicarles a ustedes madres algunas palabras en relación con esta fiesta del Buen Pastor: siempre hemos escuchado que el amor más parecido al de Dios es el de la Madre y es cierto, porque el amor de una madre no conoce límites. Así como Jesús Buen pastor da la vida eterna a sus ovejas, las madres son el instrumento a través del cual Dios da aliento de vida a los seres humanos, en el vientre de una madre inicia la vida por eso cuando una mujer pare decimos que dio a luz, la luz de la vida de un pequeño que viene a este mundo; como el Buen Pastor que guía a las ovejas de su rebaño, las madres guían a sus hijos por el camino de la vida, ellas son el primer contacto que tiene un bebé, por eso las madres son nuestra principal referencia, ellas son las primeras maestras de la vida y dependiendo de lo que enseñen así serán sus hijos; como el Buen Pastor que se preocupa de sus ovejas hasta dar la vida, la madre se preocupa por su prole, muchas de ellas dejan de llevarse un bocado de comida a su boca antes de permitir que su hijo muera de hambre, algunas pasan las noches en vela y no descansan hasta no asegurarse que sus hijos se encuentra a salvo. ¡Que bello es el amor de una madre!, por eso hoy merecen nuestro homenaje.
Queridas madres, apreciados hermanos y hermanas les invito a seguir el modelo de Jesús el Buen Pastor. Que, al ser buenas ovejas, seamos luego capaces de ser buenos pastores, guías solícitos de las personas que Dios coloca a nuestro cuidado, que se diga de nosotros “gracias por has sido un ángel en mi camino, gracias por que me escuchaste, me diste un consejo, fuiste mi apoyo en las pruebas, gracias por has sido un reflejo de Dios para mi”. Que Dios y María Santísima, nos bendiga a todos. Amén.
Fr. Juan Martínez OFM Conv.
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