• Follow Us
  • Ave. Unda carrera 12 Casa Convento Religioso Nro 12-58 Barrio Maturin 1 Guanare Portuguesa

Retiro de Cuaresma Interparroquial

Como preparación a la Cuaresma, este sábado 18 de febrero de 2023 en la Parroquia María Auxiliadora de la Diócesis de Barinas, se ha realizado un retiro espiritual al que participaron unas 158 personas, pertenecientes a los diversos grupos de apostolado y feligreses de esta parroquia como los de las parroquias vecinas: Parroquia Ntra. Sra. de la Esperanza, Parroquia Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa, Parroquia Sagrado Corazón de Jesús y Parroquia Ntra. Sra. del Carmen. 

El retiro fue animado y predicado por Fr. Juan Martínez OFM Conv., párroco de María Auxiliadora. A continuación, se presentan los apuntes que el predicador utilizó en el desarrollo de este evento interparroquial:  

Apuntes Retiro Cuaresma

I Parte del Retiro

Recordemos que es la Cuaresma… 

  • Tiempo de conversión
  • Hace alusión a los Cuarenta días de Jesús en el desierto como preparación para su misión / ministerio público
  • Para los cristianos, son los cuarenta días de preparación para la pascua. 
  • Implica un proceso de metanoia / cambio de mentalidad (no sólo de los pesnamientos sino de todo nuestro ser)

Como cristianos / imitadores de Cristo que somos, la cuaresma es la imitación de estos cuarenta días de Jesús en el desierto = lugar hostil (falta agua, animales peligrosos, bandidos), lugar de tentación.

No es un secreto que a los seres humanos nos encanta la comodidad y más aún en estos tiempos que vivimos, por lo que la cuaresma la vemos como algo negativo por ser un camino que exige sacrificios: el primero de ellos es la desconexión con lo ordinario de la vida. Por eso, en los Evangelios vemos como Jesús se retira al desierto que representa, para la mentalidad bíblica, un escenario desafiante no sólo por el impresionante calor que allí se experimenta y por el peligro de los animales salvajes que allí viven (hienas, escorpiones, serpientes venenosas) sino por el efecto que produce la soledad, la cual trae consigo el ejercicio de encontrarse consigo mismo y, ésta praxis puede ser un verdadero desafío por ser un proceso de introspección que implica adentrarnos en nuestros pensamientos, muchos de los cuales, son recuerdos sobre las decisiones incorrectas que hemos tomado o las traumas que hemos vivimos y que amenazan con “quitarnos la calma”. 

¿Estoy dispuesto a asumir hoy (y durante la cuaresma) este desafío de encontrarme, en la soledad, con Dios y conmigo mismo?

Como imitadores de Cristo, surge una pregunta crucial que el Señor hizo a sus discípulos y nos hace hoy a cada uno (a ti Juan, a ti María…), escuchemos el Evangelio (Mc 8, 27 – 33) 

Releyendo este Eveneglio a la luz de la historia universal nos daremos que, para muchos, Jesús ha sido, es y posiblemente seguirá siendo (en caso de adentranos en la dinámica de la conversión):

  • Un personaje de la historia pasada, específicamente de la Historia de la Israel y de la Historia de la Iglesia.
  • Un profeta prodigioso (según judíos y musulmanes)
  • Un hombre admirable digno de imitar (estilo influencer) pero que sólo admiro no imito.
  • Un sujeto cuya enseñanza está acorde con mis ideales socio-políticos (comunismo/socialismo) o filoso – teológicos (ej: teología de la liberación)
  • Un puente con el puedo hacer posibles mis ambiciones de poder, gloria y dinero (como es el caso del negocio del diezmo)
  • Alguien de quien me han hablado en el catecismo, en la misa, en las oraciones que me enseñaron mis abuelos, padres, representantes o mayores.

Todas ésta son opciones válidas… pero la pregunta de los 100 millones es ¿quien es Jesús para mí?

Hagamos un repaso de los que nos dicen de él los autores sagrados (que, inspirados por el Espíritu Santo, escribieron la Biblia): 

  • Hch 10, 37 – 41: Anuncio kerigmático: Jesùs pasó por el mundo haciendo el bien, lo crucificaron en una cruz y Dios lo resucitó de entre los muertos.
  • Hch 1, 1 – 2: Testimonio de Lucas, escrito en su evangelio y el libro de los hechos de los apóstoles. 
  • Mt 1, 1 – 17: Genealogía de Jesús (su humanidad), es el Mesías esperado porque es el descendiente de David. 
  • Mc 1, 1: «Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios»
  • Todas las cartas de san Pablo y la carta a los hebreos hacen alusión a Él, confirmando lo anunciado por los profetas del Antiguo Testamento (entre ellos Isaías 7, 10 – 14, Jeremías y Ezequiel) 
  • Pero el que mejor desarrolla la identidad de Jesús es san Juan en el prólogo de su evangelio (Jn 1, 1 – 18): Jesús no es sólo un hombre que pasó haciendo el bien sino el Hijo de Dios «que puso su morada entre nosotros… y nosotros hemos visto su Gloria». 

Sin embargo, vuelve a resonar la pregunta de Jesús para ustedes y para mí: ¿Y tú quien dices que soy yo?

En esta primera parte del retiro hagamos relectura de estas citas bíblicas, sobre todo, hagámonos esta pregunta exitencial: ¿Quién es Jesús para mí?

Y es que no tiene sentido caminar, en conversión hacia la pascua, si no sabemos quién es Jesús, porque nos puede pasar lo que ha sucedido a aquellos que sólo lo reconocen como un personaje importante de la historia universal pero que no les  interpela en absoluto, porque es eso: historia, ideal, doctrina más no la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.  

¡Jesús ya está cansado de ver Obispos, sacerdotes, ministros, católicos que lo vean y se dirijan a Él de manera superficial!

II Parte del Retiro

Reflexión / confronto con las lecturas de los Domingos VI y VII del Tiempo Ordinario ciclo A, no sólo por ser ellas una antesala a la cuaresma sino porque ofrecen un elenco de elementos teológico – prácticos que nos invitan a cuestionarnos sobre si realmente Jesús es mi Señor y Dios es mi Padre, por ende actúo conforme a este condición de siervo/amigo y de hijo.  

  • Mas allá de la ley (la cuaresma no sólo represente una tradición anual o una norma establecida cada año por la Iglesia, a la que estamos obligados a cumplir) es más que eso:

Eclesiástico (15,16-21): Libres para elegir el bien o el mal, la vida o la muerte.

Corintios (2,6-10): La sabiduría que viene de Dios, por el Espíritu Santo.

San Mateo (5,17-37): El sentido profundo y justo de la Ley.

  • Ser santos como Dios es santo (la cuaresma es una invitación a ser santos como el Señor es santo)

Levítico (19,1-2.17-18): “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo”. 

Sal 102,1-2.3-4.8.10.12-13: El Señor es compasivo y misericordioso

san Mateo (5,38-48): Un camino perdón y reconciliación con el hermano, porque la cuaresma no es sólo reconciliación con Dios: «No puedes amar a Dios a quien no ves sino no amas a tu hermano a quien ves» (1 Jn 4, 20)

Para la reflexión personal, les invito a elegir uno de estos evangelios/pasajes bíblicos y responder (de cara a Dios y a los hermanos) a estas tres preguntas: 

  • ¿Qué me dice el texto?
  • ¿Qué me hace decir el texto?
  • ¿A qué me compromete el texto?

III Parte del retiro

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

PARA LA CUARESMA 2023

Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.  

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco

  • Share :
Publicada por :

0 0 votes
Calificación del artículo
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Translate »
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x