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Homilía con ocasión de la solemnidad de Nuestro seráfico padre San Francisco

A continuación, les comparto la Homilía escrita y expuesta por Fray Gustavo Gallardo, Fraile Dominico y Párroco de la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen en Barinas, con motivo de la Solemnidad de Ntro. Seráfico Padre san Francisco:

Respetado Monseñor Jesús Alfonso Guerrero Contreras, Obispo de la Diócesis de Barinas, apreciados miembros de la Familia Franciscana en Barinas: frailes de este convento, seglares y comunidades que hace vida en esta parroquia de María Auxiliadora, apreciados miembros de la Familia Dominicana de Barinas, queridos hermanos en Cristo, Francisco y Domingo: Paz y Bien. 

En tantas épocas y contextos, como personas hay en este templo, la humanidad ha tenido que vivir experiencias que le desnudan y dejan al descubierto una de sus grandes verdades: la verdad de su vulnerabilidad. La más reciente, la pandemia, ha dejado al hombre al desnudo: somos frágiles, nos fatigamos, nos angustiamos, nos enfermamos, en definitiva, tenemos nuestros días contados. Aquello que le planteó el tentador a Eva de “serán como dioses si desobedecen y comen” es una falsa ilusión. En la actualidad no sólo son amenazas las secuelas dejadas por la pandemia, también lo es la realidad de una sociedad mundial fragmentada y confundida, promotora de violencias, guerras, injusticias, desigualdad, cambios climáticos y muerte. El gran problema es que al hombre se le ha olvidado que es criatura. Somos criaturas.

Ante esto podríamos preguntarnos: ¿qué pasó con el proyecto de hombre creado por Dios, sostenido por el Espíritu y revelado en Jesús? ¿Dónde ha quedado ese hombre coronado de gloria y dignidad del que nos habla el salmista? ¿Dónde está ese hombre a quien Dios le otorgó la tarea de administrar lo creado? Una vez más Dios se está paseando por el jardín y vuelve a preguntarnos: Adán, ¿dónde estás? ¿Humanidad, ¿dónde estás?

Creo hermanos que a lo largo del camino, entre tantas cosas que hemos perdido, se nos ha extraviado la más importante: el ser hombres, el ser humanos. Pero tranquilos hermanos, que para todo hay solución. El primer paso es procurar y cultivar un corazón dócil y abierto a la presencia de Dios, un corazón que sepa escuchar, que sepa aceptar nuestras verdades, que sepa soñar, un corazón como el de Francisco de Asís. Hagamos un intento por definir el corazón de Francisco y así ofrecer un referente al hombre de hoy para que valore su gran verdad.

1.- Un corazón que busca. ¿Qué busca el hombre de hoy?

En su tiempo Francisco buscó incansablemente la verdad. Después de haber incursionado en el ejército de Asís y haber vivido momentos de enfermedad, el joven Francisco siente la inquietud de descubrir al hombre como hermano, no como un enemigo. Un hermano que desde el sufrimiento, la pobreza y las herejías reinantes en su tiempo pedía a gritos ser atendido. Francisco escuchó ese ruido y comenzó a buscar respuestas, y esas respuestas las fue encontrando en el verdadero evangelio de Cristo, no en falsas ideologías.

2.- Un corazón que cree. ¿En qué cree el hombre de hoy?

El corazón de Francisco creyó en ese Jesús que desde la ermita de San Damián le hizo una petición, le presentó una propuesta: repara mi iglesia. Su corazón creyó en que si era posible volver a las fuentes, volver al evangelio mismo, asumiendo un estilo de vida basado en la humildad y la fraternidad, en la atención a los pobres y en la cruz.

3.- Un corazón que sufre. ¿Por qué sufre el hombre de hoy?

El corazón de Francisco se conmovió ante una iglesia en crisis, una iglesia que había entrado en una sala de cuidados intensivos, que había perdido su horizonte; es por ello que, al igual que Domingo de Guzmán, Francisco arriesga y da lo que tiene por la promoción de la pobreza evangélica para el bien de las almas.

4.- Un corazón que obra. ¿En qué trabaja el hombre de hoy?

El corazón de Francisco trabajó incansablemente por el nuevo proyecto de fraternidad,dejándose asesorar por las autoridades eclesiales de su tiempo, perseverando con sus primeros hermanos en la tan esperada aprobación de sus reglas, mostrando a la sociedad de su tiempo una nueva manera de vivir la herencia de Cristo.

5.- Un corazón que ama. ¿Qué ama el hombre de hoy?

El corazón de Francisco amó el evangelio, que no es otra cosa que amar a Jesucristo. Su amor por el redentor y los redimidos le llevó a promover la paz allá donde la guerra era el pan de cada día. Su capacidad de amar le llevó a ver la huella de Dios en todas las criaturas para glorificar su nombre. Su capacidad de amar le llevó a tolerar con caridad las diferencias entre sus hermanos y a no renunciar a aquella petición que Cristo le hiciera en San Damián. Hoy, cuando Dios nos vuelve a preguntar dónde estamos, la memoria y herencia de Francisco de Asís es tan actual y útil como en el contexto de la Edad Media. Aceptemos con humildad que se nos ha olvidado que somos criaturas y recuperemos esa hermosa verdad de que somos hijos de un Dios bueno en quien todos somos hermanos.

Recuperemos esos espacios en los que nuestra iglesia sea un recinto de paz, donde, como Francisco, busquemos esos valores que se nos han perdido o que hemos engavetado, creamos en que Jesús también nos invita a reconstruir nuestras vidas para así poder reconstruir la de nuestros hermanos necesitados, donde suframos con el que sufre y lloremos con el que llora, venciendo la cultura de la indiferencia y el descarte. Una iglesia donde todos trabajemos por el bienestar de todos, no el de una minoría. Una iglesia que tenga como ley suprema la ley del amor.

Sin lugar a dudas la figura de Francisco es tan actual que podría ser uno de los más impactantes influencers del momento. Un hombre alegre, poeta y de comunión, pero también un hombre preocupado por la iglesia y su papel en el mundo. Un hombre promotor de la paz en ambientes donde ya se había perdido la esperanza. Un hombre que vivió toda su vida en clave de conversión.

Finalmente les digo, hermanos, si la crisis de la Iglesia del siglo XIII dio a luz a grandes personalidades, entre las cuales destaca el pobre de Asís, no perdamos las esperanzas de que aun en las actuales crisis Dios suscitará hombres y mujeres sensibles ante la vulnerabilidad humana y la necesidad de volver a Dios. ¿Dónde están esos hombres y mujeres? Ese nuevo hombre eres tú.

Fray Gustavo Adolfo Gallardo Oliveros, O.P.

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carlos rondon

buen dia gracias a dios por darnos esas palabras atraves del fray gustavo q dios lo ilumine siempre para q sea un intrumento de su paz como lo decia francisco de asis saludo

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