• Follow Us
  • Ave. Unda carrera 12 Casa Convento Religioso Nro 12-58 Barrio Maturin 1 Guanare Portuguesa

Homilía IV Domingo de Pascua: El Pastor Bueno

De acuerdo con los datos que nos ofrece la Sagrada Escritura, la metáfora de Dios como Pastor y del pueblo de Israel como rebaño es reiterativa, lo que sugiere el hecho que se trata de un símbolo Bíblico de vital importancia en la Historia de la Salvación. Y es que Dios siempre se ha valido de las categorías/razonamientos humanos para revelar su mensaje. Por tanto, en una cultura pastoril como la hebraica, la imagen del Pastor y las ovejas son un símbolo que rosa con la propia vida, de allí que, cuando Jesús presenta el discurso del Buen Pastor y su rebaño, no está usando un lenguaje raro sino uno que es propio de su cultura.

De allí que, cuando Jesús en el evangelio de hoy habla del Pastor y su rebaño, no está hablando de algo extraño puesto que es un lenguaje propio de la cultura israelita, no obstante, el modo en como Jesús se presenta es lo que genera escándalo entre los judíos.

En esta relación Pastor – ovejas que nos presenta Jesús en el evangelio de san Juan, encontramos varios elementos:

  • En primer lugar, Jesús se revela como el “Pastor Bueno” (Jn 10, 11); en el texto original griego el evangelista en vez de utilizar el adjetivo “agathos”, que significa bueno y se usaba para referirse a la virtud de una persona (ejemplo: Buen estudiante), usa el adjetivo “kalós” que se traduce como “Bueno” o “bello” y que, según los exegetas, es utilizado únicamente para referirse a Dios: «Sólo Dios es bueno» (Mc 10, 18). Desde esta visión, san Juan al poner en labios de Jesús: «Yo soy el Pastor Bueno» (Jn 10, 11), está revelando su naturaleza divina al mismo que expresa el hecho de que con este accionar Dios, en la segunda persona de la Santísima Trinidad, recupera soberanía, que Él mismo había cedido a los reyes en tiempos del profeta Samuel, pero debido a la incompetencia y los abusos cometidos estos pastores del pueblo (título dado a los gobernantes), Dios toma una determinación: «Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países por donde las dispersé y las traeré a sus praderas» (Jer 23, 3), «Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré… suscitaré un Pastor que las apaciente» (Ez 34, 11; 23). Vemos pues en este primer símbolo del evangelio san Juan expresa una de las características fundamentales de Jesús: su divinidad, esto explica de algún modo el por qué concluye diciendo: «Yo y el Padre somos uno»; es la unidad de las personas en la Santísima Trinidad: Único Dios en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
  • El segundo elemento que encontramos en este binomio Pastor y Oveja, son precisamente las actitudes que las ovejas tienen hacia este pastor que las llama por su nombre, ellas reconocen su voz y le siguen (Cf. Jn 10, 3-4). Si bien Jesús fue enviado para la salvación de la humanidad (Cf. Jn 3, 16), no todos fueron capaces de escuchar su mensaje, razón por la cual Jesús advierte que algunas ovejas del rebaño del Señor no reconocen su voz, con ello hace alusión a aquellos judíos que no le aceptaron: «Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11). Esto mismo les pasa a muchas personas que se resisten a escuchar a Dios o le ignoran, algunos porque no creen, otros por que no quieren comprometerse y aunque dicen que creen en Dios viven, como si Dios no existiera y, no se diga de aquellos que están rivalizados con Dios. A este punto surge una pregunta: ¿De qué lado me encuentro, de las ovejas dóciles que escuchan y se dejan guiar por Dios o de aquellas rebeldes que, por diversas razones, prefieren estar fuera del rebaño para ir en busca de otras voces?
  • En base a esta pregunta, surge un tercer elemento: los beneficios de ser ovejas de Jesús. Nos dice el evangelio que aquellas ovejas que escuchan la voz del Pastor Bueno, pasan a ser de su pertenencia: «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre» (Jn 10, 29), de ello estaba convencido san Pablo cuando afirma: «estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro» (Rm 8, 38-39). Esta noticia es bellísima porque nos hace entrever que nuestras vidas están en las manos de aquel que nos amó primero y cuyo amor es eterno (Is 54, 10). Al ser de su pertenencia, estas ovejas reciben grandes beneficios: las alimenta (Jn 6), las conduce hacia fuentes tranquilas para reparar sus fuerzas (Salmo 23), sale en busca de aquellas que se han perdido (Lc 15), sobre todo, les da la Vida Eterna (Jn 10, 28). A diferencia del pastor asalariado que al ver venir el lobo huye y deja solo a las ovejas, el Pastor Bueno va delante para protegerlas hasta dar la vida por ellas (Cf. Jn 10, 11-14). Que cosa más bella, esta característica, esta disposición de nuestro Pastor Eterno. ¡Cómo resistirse ante tanta bondad! Razón tenía el Papa Benedicto XVI cuando en uno de sus mensajes decía a los jóvenes: No tengan miedo de recibir a Cristo, que nada quita y todo lo da.

Queridos hermanos y hermanas, el evangelio de hoy es cortísimo, pero con contenido teológico extraordinario que vale la pena degustar. Les invito a releer todo el capítulo 10, allí encontrarán muchos más detalles de este binomio Pastor Bueno – Ovejas, para que, escuchando la voz de este Pastor Bueno podamos decir con el salmista: «El Señor es mi Pastor nada me falta, en verdes praderas me hacer recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y mi copa rebosa…. Aunque camine por cañadas oscura no temo porque tu vas conmigo» (Sal 23)

Hoy la Iglesia Universal al llamar este domingo “el Domingo del Buen Pastor”, exhorta a los fieles a participar en la Jornada Mundial por las vocaciones, puesto que los sacerdotes y los seminaristas que se encaminan hacia este Ministerio, somos los primeros que configurarnos a Cristo Buen Pastor. Oremos pues por nuestros jóvenes seminaristas y por nuestros sacerdotes, especialmente por nuestros Obispos, que en razón de su ministerio están llamados a ser “Pastores con olor a ovejas” (Papa Francisco) al servicio del Pueblo Santo de Dios, cuyo rebaño está bajo la guía de un único Pastor (Jn 10, 16). Que así sea.

Fr. Juan Martínez OFM Conv.

  • Share :
Publicada por :

Translate »