Reflexión del Miércoles Santo: Jesús Nazareno
Si bien la Iglesia Universal prescribe que los días centrales de la Semana Santa son el jueves, viernes y sábado unidos en el llamado “Triduo Pascual”, desde el siglo XVII la Iglesia Venezolana da un gran realce al miércoles santo, esto explica de algún modo porque en este día los católicos acuden en masa a los templos para participar de la procesión del Nazareno.
Cuenta la historia que el milagro del Nazareno de san Pablo ocurrió en 1696, año en que una peste había azotado la ciudad de Caracas, las crónicas afirman que los enfermos fueron curados milagrosamente en el curso de la primera procesión de la imagen que al incrustarse en las ramas de un árbol de limón y tras el intento de los fieles de desenredarlo se derramó cayeron del árbol algunos limones que fueron usados como medicina y así fue cómo se sanaron estos enfermos. Esto dió inicio a la devoción popular que se mantiene hasta el día de hoy, donde los feligreses (muchos de ellos vestidos de morado, que es el color del Nazareno) caminan en procesión con la esperanza de obtener un milagro o de “pagar” una promesa que Dios les cumplió por intercesión de Jesús Nazareno.
Esta devoción no sólo forma parte de la fe católica, sino que se ha constituido en un símbolo cultural, principalmente, entre los caraqueños. Es tan grande esta devoción que, de acuerdo, con las fuentes periodísticas de esta mañana, los devotos han llevado a la imagen del Nazareno de san Pablo en Caracas más de 4 mil orquídeas como expresión de fe y agradecimiento por tantos beneficios obtenidos.
Ante este acontecimiento tan importante para nuestra fe católica en Venezuela, conviene que nos detengamos a analizar teológicamente esta imagen sagrada que representa un episodio concreto de la pasión de Cristo contenida en los evangelios como el viacrucis y el Santo Rosario: Jesús con la cruz a cuestas camino al calvario.
Se trata de una escena de la pasión de Cristo que evidencia el terrible sufrimiento que el Señor tuvo que padecer por nuestra salvación. Para los judíos o los no creyentes, demuestra de la derrota y el fracaso de Jesús en el deseo de intentar cambiar el mundo, pero para nuestra fe es signo concreto de su fiel obediencia al proyecto de Dios para la humanidad.
Como reflexionábamos en este Domingo de Ramos, según las Escrituras Santas el camino de la cruz, así como el sacrificio cruento del Mesías eran los requisitos necesarios para saldar la deuda contenida por la desobediencia de nuestros primeros padres; este itinerario lo conocía perfectamente Jesús y, aunque resultaba una tarea extremadamente difícil, la aceptó con total libertad y convicción: “Nadie me quita la vida, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este es el mandato que recibí de mi Padre” (Jn 10, 8).
En este orden de ideas, el Jesús Nazareno que contemplamos en este día santo, es el mismo que el Domingo de Ramos entraba victoriosamente en Jerusalén, es un Jesús sufriente pero con un rostro sereno pues, como el siervo doliente descrito por el profeta Isaías, confía plenamente en que su sacrifico no será en vano: “El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado” (Is 50, 4-7). En efecto, así fue pues como escucharemos estos días santos, a la muerte en la cruz le siguió la resurrección.
Queridos hermanos y hermanas, sintámonos dichosos en este día santo al mirar atentamente a Jesús Nazareno; en él encontraremos la fuerza necesaria para seguir adelante en el pedregoso camino de la vida, sobre todo nosotros los venezolanos que en los últimos años hemos sido azotados por la crisis política, social y económica que ha llevado al país a la ruina, sin contar con el impacto de la pandemia, todo lo cual ha hecho que nuestra vida parezca un eterno calvario.
Ojalá nuestros niños y jóvenes también pudieran entender y asimilar este misterio que estamos celebrando ya que son los más vulnerables por haber nacido en el contexto de una sociedad demasiado frágil, una sociedad líquida donde todo pasa demasiado rápido impidiendo detenerse para hacer síntesis y recuperarse ante las crisis de la vida. Los estudios psicosociales afirman que en el mundo actual se denota el fenómeno de la “generación cristal” donde los jóvenes tienen poco o nada de tolerancia a la frustración a tal punto que, existe una alta tasa de suicidios infanto-juveniles, lo cual es alarmante. De acuerdo con la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, muchos jóvenes se quitan la vida ante un regaño de sus padres, o porque no obtienen rápidamente lo que desean a esto se llama “gratificación inmediata”, un ejemplo de ello es el caso de un niño en Méjico que se lanzó de un puente porque su mamá le quitó su teléfono celular, ¡que lamentable!, hasta dónde llega la adición a los aparatos electrónicos. Los niños van por el mismo camino: el otro día, durante la celebración de un bautizo, me llamó poderosamente la atención que, para evitar que llorara, una madre le entregó a una bebé de un año y medio de edad su teléfono celular, como este hay muchos casos donde los padres y representantes evadiendo su responsabilidad introducen a sus hijos en la dinámica de una vida superficial y nociva; no se imaginan el enorme daño que le estamos haciendo a nuestros hijos; estudios científicos demuestran como los juegos virtuales y las redes sociales han cambiado la neurobiología del ser humano, estos aparatos estimulan exageradamente la dopamina que está relacionada con la sensación de placer, lo que explica el por qué las personas, especialmente, los niños y jóvenes cada vez son menos tolerantes a la frustración.
Disculpen que me haya salido un poco del tema, pero mi deseo es llamar la atención sobre fenómeno que pone en riesgo la vida de nuestros chamos.
Hermanos y hermanas, padres, madres, representantes y responsables aquí presentes, con esta enseñanza que les estoy compartiendo deseo que no nos quedemos con los elementos eterno de esta celebración y la procesión que, en breves momentos realizaremos, sino que esta devoción nos ayude a acercarnos más a Dios, entendiendo el razón de ser de este misterio: la imagen de Jesús Nazareno que tenemos al frente, nos muestra que para alcanzar la victoria hemos de recorrer el camino de la cruz y del sacrificio, porque como decía mi abuela: “Lo que fácil llega, fácil se va”. Recuerden las palabras de Jesús: Quien quiera seguirme, que tome su cruz cada día y me siga” (Mt 16, 24). El sufrimiento es parte de la vida, no podemos huir de el porque nos ayuda a crecer; si en la vida todo es demasiado fácil entonces no podremos ser fuertes y estaremos condenados a la fragilidad y la mediocridad
Pidámosle con fe y confianza al Nazareno que nos ayude a tolerar pacientemente los embates de la vida, que nos desesperemos ante los desafíos, obstáculos y dificultades que se nos presenten, que como él aprendamos a cargar nuestra cruz de cada día con la certeza de que no estamos solos porque el camina delante de nosotros como el buen pastor que guía y da la vida por sus ovejas.
Dios nos ayude en este santo propósito. Amén.
Fr. Juan Martínez OFM Conv.
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Muy acertada su reflexión debemos caminar con nuestra cruz, la cuál muchas veces nos aleja de Dios, renegamos nos cansamos, pero se nos olvida pedir su ayuda y es allí donde Él nos está esperando para darnos la mano y poder seguir juntos este caminar.
Gracias fray por tu aporte y reflexión. paz y bien