Reflexión del VI Día de la Novena de Aguinaldo
Nos acercamos a la celebración del Nacimiento de Nuestro Salvador, Misterio central en nuestra Fe porque es la ratificación de la Alianza de amor de Dios con la humanidad.
Hoy se nos narra el encuentro de la santísima Virgen María con su prima santa Isabel (Lc 1, 39 – 45):
Los especialistas en Sagrada Escritura presentan varias interpretaciones acerca de este acontecimiento, algunos ponen el énfasis en el hecho que se trata de un doble encuentro evangelizador, donde María es considerada la primera evangelizadora del mensaje de salvación pues luego de recibir el anuncio del Ángel Gabriel, ella se pone en camino hacia la casa de su prima Isabel, que se encuentra en el sexto mes de su embarazo.
Nos dice el evangelista que, al entrar en casa de Isabel, María utiliza un saludo, (posiblemente el saludo oficial de todo judío “Shalom Adonai ” que significa “El Señor te de la paz”), con el cual hace que Isabel se llene del Espíritu Santo y que el niño (san Juan Bautista) en su vientre salte de gozo. De esta manera, María sin planificarlo se convierte en portadora de la alegría, de la buena noticia de salvación. Por su parte Isabel, al recibir el saludo de María utiliza palabras de exaltación que evidencian la obra de Dios en su sierva: «¡Bendita TÚ entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! … Dichosa TÚ, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor».
De allí que los exegetas bíblicos, subrayen que esta visita de María a Isabel no es sino un doble encuentro evangelizador: en el primero, María se convierte en la primera evangelizadora de Cristo salvador mientras que Isabel se constituye en la receptora de esta buena noticia al mismo tiempo que anuncia la grandeza de Dios para con los humildes y sencillos.
El segundo encuentro evangelizador presente en esta escena del evangelio ocurre entre las dos creaturas que están por nacer: Jesús y Juan Bautista, donde el primero de los dos viene a ser la encarnación misma del evangelio, es decir, Jesús es la buena noticia que se revela al mundo; Juan Bautista por su parte al saltar en el vientre de su madre Isabel, pone de manifiesto el reconocimiento del Mesías, dicho de otro modo, se realiza en él lo anunciado por el 4to evangelista cuando dice que la luz vino a los hombres y a los que la reconocieron le dio la gracia de convertirse en hijos de Dios; este salto de san Juan en el vientre de su Madre representa pues a aquellos que se alegran, gozan y enaltecen por la llegada de Dios a sus vidas.
Esta interpretación de una doble evangelización, es una de las más aceptadas entre los expertos del estudio de las Sagradas Escrituras.
La otra interpretación que podemos extraer de este hermoso pasaje bíblico, es el hecho que este encuentro entre María y su prima Isabel, evidencia que son precisamente los pobres y sencillos de corazón quienes se dejan sorprender por las acciones de Dios, en contraposición a los soberbios y orgullosos que les cuesta ver este accionar ya que sus actitudes de prepotencia no sólo les enceguece sino que también les hace pensar que no necesitan de nadie para ser felices, pues para ellos la felicidad radica en lo material, en el dinero y en sus propias seguridades.
En este orden de ideas, tenemos que la liturgia de la Palabra de este día nos lleva a contemplar las acciones de dos mujeres sencillas, la primera de ellas es María, la humilde muchacha de Nazaret a quien el Ángel Gabriel sorprendió con la noticia que sería la Madre del salvador, una noticia que cambio su vida para siempre y fue tal la alegría que ella experimentó que la impulsó a visitar a Isabel para contarle su alegría y disponerse al servicio humilde de su prima Isabel.
La otra mujer sencilla, sin lugar a dudas es Isabel quien se muestra agradecida porque el Señor se acordó de su súplica, aquella que llamaban la esteril ahora está encinta y no de cualquier niño sino de aquel de quien años más tarde Jesús dirá con ahinco: No ha nacido en el mundo alguien mas grande que Juan el Bautista. Como pues no estar alegre ante tanta generosidad de Dios.
Así, en este evangelio María es reconocida como la madre del que viene a traer la salvación, como la portadora del misterio redentor de Cristo, cuya buena noticia trasmite a Isabel, que también ha sido bendecida con una maternidad inesperada, “porque para Dios nada hay imposible”. Se trata en definitiva de dos mujeres llenas del Espíritu Santo, que reconocen la acción de Dios en sus vidas. En ellas descubrimos que de la fe sencilla nace la esperanza confiada. Aprendamos de la humildad de estas dos mujeres.
Que el Señor nos regale la gracia de soprendernos ante la llegada del salvador y que al recibirlo podamos convertirnos en evangelizadores de esa buena noticia para nuestros hermanos. Que en este tiempo de Adviento y de la Navidad que se avecina Jesús, el Hijo de María, se haga presente, de verdad, en nuestras vidas, para que nos llene de esperanza y así podamos superar los contratiempos de la vida. Amén.
Fr. Juan Martínez OFM Conv.
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