Reflexión Eucaristía del Día del Psicólogo en Venezuela y del Músico Católico.
Apreciados hermanos y hermanas, siendo que en este hermoso templo nos encontramos reunidos para orar, agradecer y a alabar a Dios tres grupos distintos de fieles (1. los que vienen a Misa todos los días o para orar por sus difuntos, 2. los psicólogos que venimos para dar gracias por nuestro día y 3. los músicos, en especial, los católicos que vienen a venerar a su patrona Santa Cecilia) permítanme dividir esta homilía en tres bloques:
Comencemos por reflexionar sobre el mensaje de la Palabra de Dios contenida en el santo Evangelio que hemos escuchado: De acuerdo con los exegetas bíblicos se trata de un discurso en el que Jesús denuncia la hipocresía de aquellos que se jactan de tener un templo adornado con piedras preciosas, pero que descuidan el cultivo de una vida espiritual profunda, más humana y fraterna. Ciertamente, los creyentes estamos llamados a cuidar el decoro y dignidad de nuestros templos, como éste en el que nos encontramos, pues sabemos que son “la casa de Dios”, sin embargo, no sirve de nada tener infraestructuras extraordinariamente construidas y lujosamente adornadas si descuidamos el verdadero templo del Señor que es nuestro propio cuerpo, como lo sugiere san Pablo en la 1 Corintios 3, 16–17, donde nos dice que somos templos vivos del Espíritu Santo, propiedad ontológica que recibimos el día de nuestro bautismo cuando el sacerdote, ungiendo nuestro pecho con el óleo de los catecúmenos, pronunciaba la siguiente oración: «Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca, te ungimos con este óleo de salvación en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos» (Rito del Bautismo, unción prebautismal). Fr. Salvador Becoba Raso O.P. en su comentario bíblico a este evangelio nos dice que, en este pasaje bíblico, como en toda su obra, el autor sagrado pretende llevar adelante una misión profética que tiene por objeto sanar a toda la humanidad de todos aquellos elementos (como la hipocresía, el engaño, el egoísmo o el odio) que la afean y la hacen perder el horizonte de la vida eterna. A modo de síntesis podemos afirmar entonces que la critica de Jesús en este Evangelio, no es hacia el templo como infraestructura sino a la actitud de quienes pretenden quedarse con una fe sólo de apariencias, una fe bella externamente pero estéril por la falta de amor a Dios y a los hermanos. Nos invita a cultivar una fe que nos lleve a mostrar el verdadero rostro de Dios a través nuestras acciones, transmitiendo la paz, la serenidad y la esperanza de un Dios que mora en nosotros y quiere reinar en cada corazón que le recibe.
A este experiencia de fe auténtica, desde la praxis de altos valores humanos como el amor, la escucha, el respeto, la misericordia, la empatía y la responsabilidad, es a la que estamos llamados los profesionales de la salud mental, cuya profesión (sin menospreciar o subestimar a las demás) se encuentra entre las más nobles, ya que el ejercicio de la Psicología, entre otras cosas, implica la puesta en práctica de uno de los artes más complejos del mundo actual: la escucha.
Digo que es un arte y estoy convencido de ello porque vivimos en un mundo donde las personas difícilmente desarrollan esta capacidad de escuchar, inclusive, les resulta difícil para no decir imposible escuchar o hacer una retrospección de su mundo interior. Una de las razones de esta dificultad, es la señalada por el sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico Zygmunt Bauman, al decir que vivimos en una “sociedad líquida” en la cual la vida misma del ser humano está «caracterizada por no mantener un rumbo determinado, pues al ser líquida no mantiene mucho tiempo la misma forma. Y ello hace que nuestras vidas se definan por la precariedad y la incertidumbre» (Barreno, 2011, parra. 2).
Este cambio social paradigmático ha traído consigo no sólo la crisis de valores en todos los ámbitos, sino la dificultad del ser humano para sentarse a reflexionar sobre su vida, para tomar decisiones acertadas, para encontrar el equilibrio y la sanación de su vida, en consecuencia, dificultad para escuchar a los demás en sus problemas y sus sufrimientos que le afectan personal, familiar y socialmente.
Por eso la misión de nosotros los psicólogos resulta ser ampliamente compleja, requiere de una alta preparación profesional, de empatía y de una gran dosis de paciencia, de allí que me atreva a decir que es una de las profesiones más nobles y necesarias en el mundo, porque sin salud mental la vida de las personas puede llegar a ser una cruz insoportable aún cuando su salud física sea aparentemente óptima; se trata de alcanzar el objetivo de una “mente sana en un cuerpo sano”.
Les animo, estimados colegas a ser conscientes de ello y a no desfallecer en el compromiso por velar, mantener y restaurar la salud mental de nuestros pacientes o clientes. Dios nos ayude en esta hermosa labor.
Finalmente, deseo dirigir unas breves palabras a los músicos en su día. Su labor en la sociedad y en la Iglesia también resulta loable ya que la música pertenece a uno de los 7 artes de la historia de la civilización junto con la arquitectura, la pintura, la literatura, la danza y el cine y, es sin lugar a dudas, uno de los dones preciosos que Dios ha regalado a la humanidad, que no todos poseen, aunque en la Iglesia todos estemos llamados a participar del canto y la alabanza.
A ejemplo de santa Cecilia, ustedes los músicos católicos han recibido una vocación que amerita esfuerzo y sacrificio, desde la paciencia y la entrega humilde a este servicio, particularmente, en aquellas circunstancias en las que se ven perseguidos por sus propios hermanos de la Iglesia o por aquellos sacerdotes que “nos les gusta” como cantan tales o cuales ministerios de música.
Les exhorto a amar con pasión lo que hacen, poniendo la mirada en los frutos que se alcanzan con este arte como son el gozo, la alegría y la paz; sobre todo, les motivo a ser hacer suyas las palabras de san Agustín cuando dice: “Quien canta ora dos veces”.
Concluyo, esta reflexión rogando a Dios por cada uno de los aquí presentes y los ausentes, para que independientemente de la vocación recibida nos esforcemos por hacer de este mundo un lugar más feliz, promoviendo espacios dignos para la sana convivencia y el bienestar general de todos sus integrantes. Todo ello, como fruto de una fe vivida con autenticidad donde todos y cada uno somos templos del vivo que reina por los siglos de los siglos. Amén.
Fr. Juan Martínez OFM Conv.
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Magistral discurso el suyo fray Juan! Dios le bendice y nos bendice a todos en cada uno de nuestros puestos, servicios y/o responsabilidades, siempre teniendo presente a Jesucristo como nuestro Señor, Rey y Soberano por quién nada de eso sería posible. Siga adelante en su doble misión, tanto como ministro de Dios cómo la de sicólogo. Paz y Bien!
Gracias Marisol. Dios te bendiga!
Gracias Marina, me contenta saber que eres una de nuestras lectoras. Dios te bendiga!