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Reflexión I día de la Novena de Aguinaldo

Con esta Eucaristía damos inicio al ciclo de las Misas de Aguinaldos que se constituyen en una tradición única de Venezuela.

Como es sabido el término “aguinaldo” significa regalo, concretamente, regalo de navidad. Esta relacionado con la antigua tradición romana de strenae referido al intercambio de regalos entre amigos, quizás de allí venga la palabra de “estrenos” que forma parte de la tradición venezolana de “estrenar” ropa el 24 y 31 de diciembre. Este intercambio de regalos en la antigüedad era muy variado, desde indumentos de vestir hasta prendas de oro, plata o bronce. Siglos después, en lugares como España la palabra aguinaldo comenzó a utilizarse para hacer referencia al pago extra que se le daba al empleado luego de 12 meses de trabajo (quizás por proceder de esta patria madre también tenemos esta tradición del pago de aguinaldos).

De todo lo anteriormente descrito se desprende que los aguinaldos representan un intercambio de regalos. En el caso concreto de nuestra cultura religiosa Venezolana, las Misas de Aguinaldos vendrían a representar esa actitud de amor reciproco que nosotros ofrecemos a ese Dios que quiso ser uno de nosotros y no contento con eso quiso enriquecernos con su pobreza.

Debido a nuestra cultura tan festiva, con las Misas de Aguinaldos los venezolanos tenemos el privilegio de romper con el silencio y la austeridad del Adviento para dar paso a la alegría de la espera del Niño Dios que se acerca; alegría que se expresa a través de cantos de aguinaldos y villancicos. Este privilegio fue concedido por el Papa León XIII en el siglo XIX, convirtiéndose en una tradición aceptada y expresada vivamente por la Iglesia Católica Venezolana.  

Se cree que las Misas de aguinaldos nacieron en tiempos de la colonia. Las nueve misas representan los nueve meses de gestación del niño Jesús en el vientre de la Santísima Virgen María.

De este modo hermanos, a pesar de los tiempos tan difíciles que vive nuestra patria, las Misas de Aguinaldos han de animarnos a no perder la esperanza, a recordar que al final del oscuro túnel de la vida existe una luz de esperanza, la esperanza de un niño que viene y desea nacer en el pesebre de nuestro corazón.

Ojalá que esta novena despierte en nosotros la inquietud por ver el Mesías, de quien da testimonio el evangelista san Juan que pone en los labios de Jesús el diálogo de éste con los discípulos de Juan el bautista enviados por éste último para verificar si realmente Jesús era el Mesías o había que esperar a otro, a lo que Jesús les invita a averiguarlo por sí mismos teniendo como testimonio las obras que realiza en nombre de su Padre celestial. San Juan concluye diciendo que sin duda alguna Él es el Mesías, pues Jesús mismo lo afirma cuando dice: «las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre.» (Jn 5, 33 – 36)

Este Jesús que se revela abiertamente a su gente a través de sus obras, el mismo que iremos descubriendo en la hermosa catequesis presentada por la Iglesia durante estos días de la novena.

Así pues, que estas Misas de Aguinaldos no sean una simple tradición del año, sino una bella oportunidad para reencontrarnos con el Hijo de Dios humanado, que desea habitar en el pesebre de nuestro interior para hacernos instrumentos de su Amor, de su Paz y perdón. Que así sea.

Fr. Juan Martínez OFM Conv.

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